jueves, 28 de septiembre de 2023

1005- 28 de Septiembre - 89° Aniversario de la ABA

1934 -Asociación Bioquímica Argentina- 2023

Palabras del Prof. Dr. Enrique Iovine:  Dr. en Bioquímica y Farmacia-Ex Prof. Asociado de Química Biológica Patológica de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires y  Ex Presidente de la ABA.

                        Parte del discurso pronunciado durante el Festejo del 75º Aniversario 
                         de la Asociación Bioquímica Argentina el  11 de diciembre de 2009  

.............."Alguna vez se ha dicho que la ABA es una entidad que surgió en el momento oportuno, que necesitó un período de alumbramiento, signado tal vez por el lema inmortal de Goethe “sin prisas ni pausas, como las estrellas”. El atardecer del 3 de septiembre de 1934 significo el ocaso de un día y la aurora de una época nueva para un grupo ambicioso de profesionales bioquímicos.

La Sociedad Nacional de Farmacia, que por una disposición del Superior Gobierno de la Nación debió cambiar su nombre convirtiéndose en la Asociación Farmacéutica y Bioquímica Argentina, representaba en realidad en forma preponderante a la profesión farmacéutica. Algunas gestiones que fueron realizadas en su seno para conseguir la participación bioquímica más activa en el gobierno institucional no lograron el éxito por la diferencia de número entre los farmacéuticos y los bioquímicos actuantes. En consecuencia era necesario contar con la existencia de una nueva entidad.

El 3 de septiembre de 1934, en una rebotica capitalina, la de la farmacia del Dr. Antonio López, en la calle Cevallos 706, se creó esa entidad que venía incubándose en la ardorosa intención de los doctores Desimone y el mencionado López. En aquella rebotica, donde como dijimos alguna vez al historiar estos hechos el ambiente era simbólico por excelencia, “entre el perfume de las esencias y el brillo ebúrneo de los frascos drogueros, nació la entidad decana de las instituciones bioquímicos”. 

No fue en aquella ocasión la chismografía de los profesionales presentes ni la eventual presencia de personajes flaubertianos, ni la intriga de ningún Monsier Homais, el boticario de la inolvidable novela “Madame Bovary”, los elementos generadores de una estructura societaria que habría de cumplir, desde el inicio de su actuación, una capital acción tendiente al progreso, perfeccionamiento y defensa de la creciente grey bioquímica.

Dieciséis profesionales bioquímicos fueron convocados, de los cuales 11 concurrieron. La nómina, hoy histórica, fue la siguiente, por orden alfabético: 1- Dr. Brodersen, Carlos Benigno 2- Dr. Cresta, Luis Alberto 3- Dr. Desimone, Lucas 4- Dr. De Dionigi, Humberto 5- Dr. Giudice, Carlos Rómulo 6- Dr. Gambino, Luis 7- Dr. Insúa, Carlos M. 8- Dr. López, Antonio 9- Dr. Poire, Arturo 10- Dr. Quesada, Rafael 11- Dr. Scotto, Alfredo.

Se intercambiaron ideas y se llamó a una primera reunión formal. Ésta se llevó a cabo el 28 de septiembre de 1934, bajo la presidencia del Dr. Lucas Desimone, en la farmacia mencionada, estando presentes los doctores Desimone, López, Scotto, Brodersen, Insúa y Cresta, cuyas firmas figuran en el margen del correspondiente libro de actas.

Ya de inmediato se designó una comisión encargada de redactar un proyecto de estatutos y en una tercera reunión se convino en llamar a Asamblea, histórica por cierto, por cuanto de ella surgió el primer Directorio, así integrado: - Presidente: Dr. Lucas Desimone - Vicepresidente: Dr. Luis A. Cresta - Secretario: Dr. Antonio López - Tesorero: Dr. Carlos M. Insúa - Vocales: Dr. Carlos Brodersen - Dr. Luis de Prado - Dr. Alfredo W. Scotto - Dr. José Garibaldi Se designó una comisión de Revista y otra de Propaganda. La Asesoría Letrada recayó en el Abogado Farmacéutico y Bioquímico Dr. Luis de Prado.

La ABA comenzaba a funcionar. La preocupación por la posesión de un local propio fue permanente desde los primeros días de vida institucional. Mientras no se logró obtenerlo las reuniones se realizaban en el domicilio de distintos colegas que generosamente abrieron sus puertas para permitir el desarrollo de la actividad societaria. Así se sucedió con los domicilios de los Doctores Carlos Insúa, Rosa D’Alessio de Carnevale Bonino, Luna B. de Conway. También se realizaron reuniones en el viejo local de la Asociación Farmacéutica y Bioquímica Argentina, Bme Mitre 2041 y en la Sociedad Científica Argentina. 

Después de diversas peripecias y  algunos fracasos en los intentos de adquirir un local propio, gracias al esfuerzo colectivo, la generosidad de los miembros de Comisión Directiva que aportaron recursos para conseguirlo una comisión que trabajó con ahínco y con la extraordinaria contribución del Dr. Félix Martinitto se logró concretar el sueño ambicionado. Así se obtuvo la propiedad que ocupa actualmente la ABA, que es testigo silencioso de todos aquellos afanes, que incluyera la generosa contribución pecuniaria de la Prof. Dra. Carnevale Bonino. 

El edificio fue inaugurado el 3 de mayo de 1968 en un acto en el que estuvieron presentes el decano de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de Buenos Aires y representantes de la constituida Federación Bioquímica Argentina del Colegio Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos de la Capital Federal, de la Sociedad de Farmacia y Bioquímica Industrial, de la Asociación Química Argentina, de la Academia Argentina de Farmacia y Bioquímica, de la Asociación de Ingenieros Químicos, del Centro de Especialistas de Análisis Biológicos y representantes de diversas firmas comerciales.

Esa inauguración oficial fue exaltada en ese acto por el Presidente de la entidad que les habla, quien dijo entre otras cosas: “Es con esta tónica de entrañable cariño por nuestro quehacer que esta noche hemos reunido a nuestra vera a hermanos y amigos de la familia bioquímica para decirles, que, de hoy en adelante la tibieza de este hogar les esperará siempre y cobijará cualquier acción tendiente a devolver a la sociedad bajo forma de útiles prestaciones la confianza en nosotros depositada. Colocamos este hogar bajo la advocación de aquellos maestros que han hecho tanto para que la bioquímica brille en nuestro país como ciencia y como profesión. Por eso nuestro recuerdo emocionado evoca la figura tesonera de Sánchez, el talento y la propiedad científica de Marenzi y la amistad y simpatía de aquel gran amigo médico que fue Bacigalupo”.

La ABA puede jactarse de haber realizado casi la misma cantidad de reuniones científicas como años de vida tiene. Desde el comienzo de su existencia la ABA realizó sus clásicos Triduos Científicos, es decir 3 jornadas de lectura y consideración de trabajos presentados por los bioquímicos..En 1969 se realizó el 1º Congreso Argentino de Bioquímica y se decidió que cada 3 años se repitiera el carácter congresal en lugar del Triduo. Con el tiempo los Triduos desaparecieron subsistiendo los Congresos. 

Atendiendo a la apetencia de los colegas del interior se decidió que los Triduos y Congresos fueran realizados en el interior del país. Así Mar del Plata, San Luis, San Juan, Mendoza, Rosario, Salta, Misiones, Jujuy y Huerta Grande (Córdoba) fueron sedes de estas reuniones que tuvieron una entusiasta recepción. La palabra Triduo tiene una connotación primigenia religiosa; el Diccionario de la Lengua los señala como 3 jornadas de ejercicios devotos. Creemos por versiones de colegas ya desparecidos que fue el Dr. Poire distinguido bioquímico y médico quien propuso la denominación.

Hay dos hitos importantes en la vida institucional: la obtención de la personería jurídica, el 14 de noviembre de 1945 y el reconocimiento de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires como institución de bien público sin fines de lucro, es decir como entidad benemérita. Este logro fue posible gracias a la exitosa gestión del Dr. L. Desimone.

La expansión de la ABA hacia el interior del país fue fructífera no solamente por la transmisión de conocimientos sino porque constituyeron el germen decisivo para que se fueran formando entidades bioquímicas que con el tiempo se convertirían en focos de cultura profesional. Por aquel entonces las provincias se disputaban el asiento de los Triduos y allí concurría la madre generosa llevando conocimientos, experiencias y espíritu profesional.

La ABA dictó también cursos que fueron numerosos, versaron sobre distintos temas y significaron verdaderos aportes valiosos de aggiornamiento. Se instituyeron premios y se realizaron Simposios y Jornadas sobre enseñanza y ejercicio de la bioquímica que desde 1972 se desarrollaron paralelamente a los Triduos y Congresos. Nuestra revista societaria apareció a los dos años de fundación de la entidad, es decir, en enero de 1936. 

Casi desde el momento de su fundación, la ABA encaró el problema de la ubicación de los profesionales en los hospitales municipales y nacionales. Por aquel entonces era muy difícil el acceso de los bioquímicos a los laboratorios hospitalarios, que resultaban verdaderos feudos médicos celosamente custodiados. Cuando en 1935, la ABA se dirigió al Sr. Director de la Asistencia Pública por nota, solicitando se le informara sobre la situación en que se encontraban los bioquímicos en los hospitales municipales, recibió la contestación de que ellos no podían presentarse a concurso para optar el cargo de jefes de laboratorio en el ámbito municipal. La ABA comenzó una ardua tarea, en la que participaron activamente los Dres. De Prado, Brodersen, Cresta, Desimone y López entre otros. 

Recién en 1947 se consiguen las primeras jefaturas en el ámbito municipal. Los primeros bioquímicos jefes lo fueron en los Hospitales Argerich y Penna. Fueron los Dres. Horacio Berisso y Atilio Roccatagliatta, respectivamente. Estos acontecimientos fueron muy celebrados y en una reunión la que asistió el Sr. Director de la Administración Sanitaria y Asistencia Pública, el médico Dr. Rómulo Repetto dijo: “Esta noche una profesión celebra la conquista del puesto, dentro de la carrera médica hospitalaria, que debió ocupar siempre, sin intereses personales o la incomprensión de las autoridades municipales del pasado no se hubiesen opuesto injustamente a ello, y digo injustamente porque los Dres. en Bioquímica son quienes poseen los mayores títulos para dirigir los laboratorios de análisis clínicos y microbiológicos. Técnicamente nadie puede superarlos; la Facultad de Ciencias Médicas tiene una Escuela que les confiere un título habilitante, luego de haber cursado seis años de severos estudios. No son amateurs del laboratorio.Son por vocación, por ciencia y por exclusiva dedicación, los señores del laboratorio”.

Sin embargo, a pesar de estas honrosas palabras, los médicos no se resignaron. La Federación Médica Gremial gestionó la modificación del Estatuto de los Profesionales del arte de curar que, en el artículo 9, permitían que los bioquímicos ocuparan el cargo de jefe de laboratorio. La ABA contestó gallardamente todas las objeciones y luego de diversos avatares, se logró el triunfo final. Hoy, todas las jefaturas de laboratorio están ejercidas por bioquímicos y podemos anunciar orgullosamente, que por primera vez, un destacado colega ocupa la presidencia de la Asociación de Endocrinología y Metabolismo.

Vamos a referirnos ahora a una condición fundamental de la labor bioquímica: el tiempo. Por supuesto que no nos embarcaremos en la filosofía ni en la concepción einsteniana del mismo, con su carácter ilusorio y cambiante, según el rango de las velocidades. No, solo queremos destacar que el aspecto temporal de la actividad bioquímica se vio favorecida últimamente por los adelantos tecnológicos que facilitaron la aparición de aparatos autoanalizadotes que, si bien anularon la capacidad artesanal de otras épocas, dejaron para el profesional más posibilidades de ampliar el rico espectro del conocimiento bioquímico a través de la concurrencia a cursos de capacitación y perfeccionamiento.

Pues bien, la ABA tuvo y sigue teniendo función docente que, al ampliar los conocimientos de la bioquímica y de la fisiopatología permiten modificar el archiremanido concepto de la soberanía de la clínica. El bioquímico es el consultor obligado del médico.

La vida se renueva con permanencia, también las relaciones humanas cambian, lo hacen las instituciones,cambian los conceptos, cambian las concepciones filosóficas, cambia el arsenal científi co cuali y cuantitativamente. La ABA no podía estar exenta de esa condición cambiante que exige la dialéctica de los hechos naturales. Pero aún en ese cambio que fecunda la labor gregaria de nuestra institución persiste, en una sutil remembranza el recuerdo de aquellos espíritus quijotescos que con visión de futuro fundaron la entidad que hoy orgullosa continúa su magnífica labor esparcidora de cultura bioquímica.....