Ariana Remmel. ¿Por qué es tan difícil investigar los efectos secundarios poco frecuentes de las vacunas COVID? Nature News April 2021.
A mediados de marzo, varios países europeos detuvieron la distribución de la vacuna COVID-19 fabricada por la Universidad de Oxford, Reino Unido, y la empresa farmacéutica AstraZeneca, tras los informes de que algunas personas habían desarrollado trastornos de la coagulación de la sangre después de recibir la inyección.
Las decisiones se basaron en un grupo de alrededor de 20 millones de personas vacunadas en el Reino Unido y la Unión Europea, 25 de las cuales experimentaron coágulos sanguíneos graves asociados con recuentos de plaquetas reducidos, lo que resultó en 9 muertes. Sin embargo, una revisión de los casos por parte de la European Medicines Agency (EMA) no pudo decir definitivamente si los casos reportados estaban relacionados con la vacuna AstraZeneca y concluyó que los beneficios de la vacuna superan cualquier riesgo. Desde entonces, los países han reanudado las vacunaciones, aunque Alemania ha dejado de administrar la vacuna a los menores de 60 años después de que sus propios sistemas de control de seguridad informaron de 31 coágulos sanguíneos graves en un grupo de 2,7 millones de personas vacunadas.
Estos eventos ilustran cuán diabólicamente desafiante es demostrar que un problema médico posterior a la vacunación, conocido como evento adverso, fue causado por la propia vacuna. Los funcionarios de salud pública deben lograr un "equilibrio delicado" al comunicar el riesgo de efectos secundarios raros junto con los peligros de COVID-19 grave, dice la vacunóloga Kathryn Edwards de la Vanderbilt University School of Medicine in Nashville, Tennessee. Los médicos estan preocupaos por los movimientos contra las vacunas y en algunas comunidades ya están aumentando la duda sobre las mismas. Al mismo tiempo, es importante no descartar la posibilidad de efectos secundarios raros pero graves hasta que los investigadores puedan establecer la causalidad, un proceso que puede llevar años.
La correlación no es causalidad
En una situación ideal, un evento adverso estaría directamente relacionado con una vacuna mediante una prueba de laboratorio específica . Por ejemplo, una versión temprana de la vacuna contra la polio, que utilizaba una forma debilitada del virus para generar inmunidad, provocó que aproximadamente una persona desarrollara la enfermedad por cada 2,4 millones de dosis administradas. La cepa del virus utilizada en la vacuna podría aislarse del líquido cefalorraquídeo en estos casos, dice Edwards, por lo que estaba claro que la vacuna había causado la enfermedad.
Pero este tipo de prueba no es posible para la mayoría de los eventos adversos, ya sea porque no hay biomarcadores específicos para probar o porque tales pruebas no son prácticas. Al menos inicialmente, los eventos solo están vinculados por su momento: una persona recibe una vacuna y luego experimenta el efecto secundario en algún momento posterior. Esto hace que sea particularmente difícil probar si el evento adverso fue realmente causado por la vacuna, dice Edwards, especialmente cuando la reacción ocurre días o semanas después de la vacunación.
Para investigar el vínculo, los investigadores realizan estudios para determinar la tasa de eventos adversos en poblaciones vacunadas en comparación con la probabilidad de que ocurran por casualidad en personas que no han recibido la vacuna. También necesitan determinar el mecanismo que pudo haber causado la reacción.....