martes, 28 de noviembre de 2023

1021- 28 de Noviembre de 1919, creación de la carrera de Bioquímica

Prof. Dr. Enrique Iovine: - Ex Prof. Asociado de Química Biológica Patológica de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires.- Ex Presidente de la ABA.

Parte del discurso pronunciado durante el Festejo del 75º Aniversario de la Asociación Bioquímica Argentina el 11 de diciembre de 2009, relacionado con la creación de la carrera de bioquímica.

.........".La génesis: Corrían los días en que iba a clausurarse la segunda década del siglo pasado. Los vientos que soplaban  en el ambiente social no presagiaban sino cambios y modificaciones estructurales que una guerra pavorosa, la primera con extensión cuasi ecuménica, había sido señalada como ineluctable. Vientos de soberbia en algunas mentes de las naciones victoriosas pero también aires de generosidad en otras para evitar la reiteración de un genocidio infame tras el cual se movieron espúreos intereses.

Nuestro país, conglomerado heterogéneo, producto de una inmigración creciente había vivido, aunque no participado directamente los avatares de ese fragoroso y cruento episodio cuya reiteración por desgracia habría de producirse pocas décadas después. Los espíritus nobles forjaron en sus calenturientos majines las más idealistas e incluso alambicadas proposiciones para que la fraternidad y la justicia imperasen con permanencia en el concierto de las relaciones humanas.

Por ese entonces, la Universidad, augusto conjunto social no podía dejar de acusar el impacto de los nuevos tiempos. Una estructura elitista imperaba por entonces e impedía el libre acceso de una juventud que pugnaba en la búsqueda de nuevos horizontes. Fue en Córdoba, la docta, donde habría de producirse un estallido cuyas resonancias aún hoy hacen sentir sus consecuencias. 

El movimiento que surgió en la Universidad de Córdoba en 1918 se extendió con rapidez por todas las universidades argentinas y latinoamericanas. La Reforma Universitaria significó la excelsa pretensión de una comunidad armoniosa de profesores, alumnos y egresados puestos al servicio del pueblo. Por eso sus exigencias fueron la libertad de cátedra, la asistencia libre, la docencia libre, el concurso para la provisión de cargos y la gratuidad de la enseñanza, exponentes todos de un proceso de democratización real, efectiva, que rompía lanzas contra un núcleo cerrado que gobernaba tiránicamente los destinos de la Universidad. 

La Reforma fue una filosofía del cambio. Fue la necesaria comprensión del devenir que exige la ruptura de las estructuras cristalizadas y obsoletas. Fue la intención generosa contra la oposición al libre acceso de los más capaces, sin discriminaciones sociales, políticas ni religiosas. Fue, en suma, un movimiento que a pesar de sus tergiversaciones y del vilipendio aún imperante en algunas mentes oscurantistas, posibilitó el surgimiento de una pléyade brillante de profesores y alumnos que honraron las sendas profesionales que transitaron.

Fue precisamente ese clima que generó el movimiento que habría de propiciar el surgimiento de nuestra carrera profesional. En efecto, la intervención de los tres estamentos: profesores, egresados y alumnos, hizo posible la creación del doctorado en Bioquímica y Farmacia.

Las profesiones son la expresión pragmática de la ciencia y por eso también evolucionan. Se generan, se desarrollan, se transforman, tienen una historicidad. Por eso tienen matices especiales según el lugar donde se han originado. Es decir que, si bien el fundamento científico de las profesiones es ecuménico, el ejercicio de la actividad profesional varía según el lugar donde se verifica. Así, la génesis de la profesión bioquímica en nuestro país no es la misma que la de otros, donde un conjunto de hechos sociales han intervenido para establecer la razón de las diferencias.

En el año 1919 el Prof. Dr. Juan A. Sánchez fue designado Consejero de la Facultad de Ciencias Médicas, por la Escuela de Farmacia y Bioquímica. El 3 de noviembre de ese mismo año presentó un plan de estudios que incorporaba la nueva carrera del doctorado en Bioquímica y Farmacia como un perfeccionamiento de la carrera de Farmacia. Fue precisamente el Consejero estudiantil, Osvaldo Loudet, el mismo que luego brillara como estupendo espécimen humanista y científico, quien apoyara ese proyecto. El Consejo de la Facultad de Ciencias Médicas estaba presidió a la sazón por el Decano Prof. Dr. José Arce. Hasta entonces los farmacéuticos habían podido concretar su intención de contar con un doctorado en Farmacia, que se cursaba en dos facultades: la de Ciencias Médicas y la de Ciencias Exactas Físicas y Naturales.

La revolución que introduce Sánchez es la de proponer una carrera íntegramente cursada en la Facultad de Ciencias Médicas. Nótese que decimos revolución, porque realmente era un cambio profundo el que se preconizaba. No era el intento caprichoso de contar con una nueva carrera profesional sino el reconocimiento de la estrecha correlación entre los estudios médicos, farmacéuticos y químicos biológicos.

La sesión efectuada en el H.C.D. de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires el 28 de noviembre de aquel año será memorable en los anales de nuestra profesión. En ella, el autor del proyecto se extendió con minucias en la exposición del nuevo plan de estudios, fundamentando con sapiencia, dice la Dra. Carnevale Bonino, eximia profesora, alumna suya, la orientación de cada una de las asignaturas que se enseñarían en la carrera de Farmacia y en el Doctorado.

La aprobación se logró y pudo decir luego el ilustre Loudet, compañero de lucha en aquella memorable sesión gestatoria, con el rasgo modesto del sabio genuino: “En la creación del Doctorado en Bioquímica y Farmacia, iniciativa del Prof. Dr. Sánchez colaboré como un simple escudero”.

Muchos años más tarde, en ocasión de una celebración del Día del Bioquímico decía el propio Loudet en una magistral  alocución: “En la elaboración de dicho doctorado, Sánchez representa la ciencia y la experiencia y yo simplemente el entusiasmo, la esperanza y el arte pedagógico. Yo era el más joven de los consejeros, representante de los estudiantes auténticos que buscaban el perfeccionamiento de los estudios y no las facilidades para llegar pronto y con frágiles conocimientos. Tuvimos que luchar con energía y paciencia con los adversarios de afuera, que todavía existen y los de adentro, que han desaparecido. Finalmente triunfamos”.

¿Pero bastó acaso la creación de una carrera profesional que estaba siendo reclamada por imperio de un determinismo científico para que se aclarase el panorama de un ejercicio profesional? ¿Surgió acaso de inmediato la legislación que habría de establecer la especificidad y el monopolio requeridos por los nuevos profesionales?

No, no fue así en absoluto. Los profesionales médicos monopolizaban por entonces la práctica de los análisis clínicos, que la cumplían con un conocimiento bastante superficial de la metodología que, por otra parte, era harto reducida en su caudal comparada con la actual. Los químicos que surgían de la Facultad de Ciencias Exactas con una brillante formación académica poco tenían que ver en la consideración de los problemas de índole biológica que subyacían tras la metodología analítica clínica. Pero el acuciante problema económico que aparecía por la inexistencia de industrias absorbentes de esos profesionales y la plétora de los que se dedicaban a la enseñanza exigieron que dirigiesen su atención hacia la práctica de la Bioquímica Clínica.

Así comenzó una lucha formidable contra dos frentes, uno de ellos que iría desmoronándose por imperio de la creciente complejidad de la labor bioquímica (la lucha contra el médico) y el otro que exigiría otras tácticas estratégicas por la empecinada incorporación de injertos biológicos a los planes de enseñanza del doctorado en química"............