sábado, 13 de agosto de 2022

906- Comunicación científica y desinformación publica

Michael A Vera, Joe M El-Khoury, Holden Thorp, Richard J Tofel, Joseph S Ross, Apoorva Mandavilli, Eric Topol. Desinformación pública y comunicación científica en tiempos de crisis en la salud pública. Oxford Academic- Clinical Chemistry, 2022; 68 (8):1008–1014. Department of Laboratory Medicine, Yale University, New Haven, CT, USA.

La historia está llena de lecciones de civilizaciones que colapsaron después de que sus ciudadanos no percibieron los problemas que se desarrollaban a su alrededor o, si lo hicieron, luego no pudieron resolver los que eventualmente causarían su desaparición. 

A principios de 2022, casi 2 años después de una pandemia, todavía estamos asimilando cómo terminamos en la situación actual: solo en los Estados Unidos, más de 950.000 muertes totales llegando a más de 1 millón de casos nuevos por día, sin precedentes y niveles de hospitalización que están quebrando un sistema de salud ya frágil. 

Ciertamente sentimos que nuestra forma de vida se esta derrumbando frente a nuestros ojos, y no podemos evitar pensar que seguramente esto se pudo haber evitado. Después de todo, los científicos pudieron desarrollar, probar y obtener vacunas altamente efectivas aprobadas a un ritmo récord, pero cuando se trataba de aceptación y adopción pública, las cosas no eran tan estelares.

Desde el principio, la confusión con respecto a la transmisibilidad y la gravedad del virus condujo a desafíos generalizados para enmascarar los mandatos y las políticas de distanciamiento social. Peligrosamente, el grado de desinformación generalizada ha llevado a que varios medicamentos como la ivermectina, y artículos domésticos comunes, como la lejía, sean defendidos como tratamientos para el COVID-19 sin ninguna evidencia científica. Este problema persiste, ya que la adopción de vacunas en la población continúa rezagada debido a la falta de confianza en las instituciones gubernamentales y científicas. El problema general se volvió aún más complicado con la aparición de "malos actores" que intentaron capitalizar esta situación difundiendo información errónea y socavando la ciencia por razones políticas, financieras o promocionales. 

Sin embargo, es importante comprender cómo la comunidad científica contribuyó a estos problemas y qué podemos aprender que puede ayudar a dar forma a nuestras respuestas actuales y futuras a amenazas similares para nuestra sociedad, incluida quizás la mayor de todas, la desinformación pública. 

El desarrollo de estrategias para abordar este problema ha llevado a algunos profesionales, como el Dr. John Holdren, ex-asesor científico del presidente Obama, a pedir a todos los ellos que se conviertan en comunicadores capacitados en un ejército de embajadores de los Estados Unidos. Pero esto no es tan fácil como parece, ya que algunos, como el Dr. Holden Thorp, editor en jefe de Science, cuestionan este enfoque quien propuso mejorar la asociación entre investigadores y comunicadores públicos, para que cada uno pueda aprovechar su propia experiencia y capacitación en profundidad.

En conjunto, pueden surgir preguntas sobre las responsabilidades de los científicos al compartir información científica, no solo con sus pares sino también con el público, así como su papel en la lucha contra la difusión de información errónea en línea. Para explorar más a fondo este concepto y adquirir sus perspectivas sobre la evolución del papel de los científicos en el siglo XXI, invitamos a un grupo de científicos, médicos y periodistas que también son líderes en la comunicación científica para responder preguntas clave sobre este tema.

Preguntas a considerar

  • ¿Qué limitaciones ha expuesto la pandemia en las formas en que se comunica la ciencia hoy?
  • ¿Cómo equilibra la entrega de información al público a partir de pequeños estudios, que potencialmente podrían crear confusión, y la espera de los definitivos?
  • ¿Qué responsabilidades, si es que tienen alguna, los científicos cuando se trata de comunicar su ciencia al público? ¿Y por qué?
  • ¿Tienen los científicos la responsabilidad de desacreditar la información errónea que se difunde en línea? En caso afirmativo, ¿por qué y cómo? Si no, ¿por qué no?
  • ¿Cómo podemos mejorar la confianza del público en la ciencia?
  • ¿Utiliza las redes sociales para comunicar o consumir material científico? En caso afirmativo, ¿qué plataformas, cómo y por qué? Si no, ¿por qué no?
  • ¿Qué consejo puede compartir con los científicos que están interesados ​​en mejorar la forma en que se comunica la ciencia, incluidos aquellos que quizás aún no estén activos en las redes sociales?

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(*) Una vez que esta en la pagina del articulo, pulsando el botón derecho puede acceder a su  traducción al idioma español Este blog de bioquímica-clínica está destinado a profesionales bioquímicos y médicos; la información que contiene es de actualización y queda a criterio y responsabilidad de los mencionados profesionales, el uso que le den a la misma. Las páginas de este blog, se renuevan el  15 de Agosto
Cordiales saludos. 
Dr. Anibal E. Bagnarelli,
Bioquímico-Farmacéutico-UBA.
Ciudad de Buenos Aires. R. Argentina